"La foto no es la persona, y elddinero no es el bienestar"
Intuitiva. De nena se embarraba el cuerpo. De adolescente arrancó con la cerámica: llegó a ganar el Premio Nacional. Un día se animó a quitar la gravedad, y rehizo la forma de mirar. 
Por Luis Sartori  nota Clarín 
Manos, rostros. Mireya nos mira desde un espejo entre las telas que cuelgan adentro de su Estación Núbica, en el centro porteño
Nació en Olivos y sus padres le pusieron nombre de tanguera, pero por un poema del Nobel de Literatura francés Frédéric Mistral. Recién hace ocho años, Mireya Baglietto (76) se dio cuenta de“lo que yo decía con el nombre: ‘mire ya’. Después le agregué ‘el tiempo es ahora’”.La mirada urgente. Pero no cualquier mirada, como se verá. Mireya significa, también,maravilla y espejo, ese objeto cotidiano que ella adoptó para siempre. Hija de padre farmacéutico, socialista y con casaquinta, a los 7 años se untaba allá una pastita chirle de barro y se ponía al sol.“Cuando se me secaba, ¡curruak!(sonido a ruptura) y parecía que nacía de nuevo. Fue un hito para mí: el volver a nacer, romper no sé con qué”. Primaria y secundaria públicas, adolescencia sin ruptura pero con incertidumbres–”papá tenía actitudes que para mí eran muy de derecha”– y a los 16 la cerámica, su primera especialidad. Fueron 24 años, del 54 al 78, en los que llegó a convertirse en investigadora del esmalte cerámico y a liderar el taller de enseñanza más grande del país. A los 22 se había casado con un ingeniero: tuvieron 3 varones y 2 mujeres. El quinto nacimiento la obligó a clausurar la docencia pero no eso de enchastrarse, de meter las manos y el cuerpo en el trabajo. Y en la vida: para meterse en un barrio inundado, para bailar, o para sumarse a cuanta marcha se convocara. Fue, además, dibujante, escultora y pintora (todavía pinta). Pero en pleno proceso militar, de regreso de un viaje para exponer en Venezuela, rompió su dique interior: 
“Me levanté y dije: tengo que sacar la gravedad”.
¿Cómo llegaste a esa idea?
La cerámica me lo dijo. Yo estaba trabajando en una serie –Los aspirantes al bronce–donde había varios personajes. Y ahí, mientras estaba trabajando esa serie, empecé a darme cuenta que lo que en realidad quería hacer era otra cosa: quería que la gente se subiera, que bajara. Pensé que estaba medio chiflete. 

¿Por qué?
Porque los personajes me hablaban, me decían que la cortara de ocuparme de sus pieles, que eran los esmaltes, mi fuerte. Se armó como un murmullo en el taller –todo adentro mío, por supuesto– y los personajes me decían:“Cortala con nosotros, estamos hartos que te ocupes de nuestra piel. Nosotros queremos compartir el espacio con la gente” . El objeto se me hizo añicos contra el piso. Y terminé esa serie y nunca más hice cerámica. (En realidad retomó sólo una vez, en 2005, cuando animada por sus colegas recicló una escultura de los 70 y ganó el Gran Premio Nacional,“una pensión importante”,reconoce). 
¿Cómo fue el km 0 de La Nube?
Toda la obra la hice con el cuerpo. Llegaba al taller, me tiraba. Decía: “Tengo que cambiar el punto de vista”. Tenía 33 años menos... Me tiraba y realmente cambiaba el punto de vista. Desde el piso, mirás y se te salta la tapa de los sesos.
¿Qué buscabas, qué buscás?
Me interesa desacomodar la estructura en la que estás, pero no romper la estructura. Yo quiero desarmar.
Un ejemplo, por favor.
Esto culturalmente es un termo. Ni bien lo tomás en tus manos, te relacionás con la función. Pero si no lo mirás como termo y empezás a verlo como materia –con temperatura, forma, color, reflejos, posibilidades de ubicación fuera del apoyo– y lo mirás desde arriba, lo miras desde abajo, hay una riqueza de miradas...
¿Cuál es el mundo sin gravedad?
El del espíritu. Más etéreo, más liviano. No sé si más profundo. Transita, me ocupa, me brilla.
¿Y el mundo con gravedad?
Es un misterio, pero está formalizado y acotado por culturas perimidas y destructivas.
¿Una forma de ver las cosas que arranca en el Renacimiento?
Yo saqué esa foto. Debe haber otras. Pero eso me sirvió, me hizo pie para disparar otra cosa nueva. Provocar algo que sale y se abre. O sale de su propio lugar.
¿Sale para ir hacia la libertad?
Puede ser, o puede que no. Depende de cada uno para qué lado dispara. Si yo disparo hacia el consumo, cada vez me entierro más. Si disparo hacia el espacio, puedo ver más de lejos.
¿Por qué el espejo?
Es un reflejo que manejo. Con todas las miradas posibles. Depende de mi movilidad y de mi creatividad.
¿Cómo llevar La Nube a casa?
Buscá un espejo, el que tengas a mano. Colocalo bajo tus ojos enfocando el techo y lanzate a recorrer ese espacio desconocido que habita en tu propio espacio. Todo cobra el dinamismo de tu propio movimiento. La aventura es toda tuya. Ella hará de tu mirada un acto creativo de nuevos modos de habitar la realidad.
También proponés un juego...
El juego está implícito en la creación. Aunque sea un juego intelectual. Uno tiene que desordenar para hacer otro orden.
“Sería bueno que te vibrara el cuerpo”, decís, con tu actividad.
La vibración es uno de los principios del Kybalion: en el universo todo es vibración. Cualquier pequeña porción de materia es un mundo en movimiento. Una piedra está en movimiento. Es nuestro sistema el que no lo capta.
¿Qué pasaría si reactivamos la percepción de la vibración?
Me parece, no lo afirmo: podría provocarnos un nivel de lucidez respecto de la realidad. Poder ver la realidad de otra manera. Como algo vivo, y no como un hecho muerto. Como la imagen ¡la imagen es terrible!
¿Es éste un mundo de la imagen?
Es un mundo dominado por el consumo, y la imagen es un instrumentobocatto di cardinale para el consumo. Imaginate, hacés una fotito de un producto y la reproducís por todos lados: la gente cree que eso es la verdad. Por eso yo me peleé mucho con el mundo plano.
¿Qué es el mundo plano?
Todo lo que uno ve a partir del plano. No me gusta decir esto porque la gente se ofende. Pero la foto no es la persona, el ícono no es el dios, y el dinero no es el bienestar.
Hablas de espacio total. ¿Lo podés definir?
Definirlo no puedo, lo puedo intuir. Por eso es tan importante habilitar a la imaginación y la intuición como parte seria y profunda del sistema de conocimiento. Nosotros no terminamos en el contorno de nuestro cuerpo.
¿Cómo te llevás con la edad?
Bien. Tengo clarísimo mi ciclo de vida. No quiero vivir 100 años, ni soñando. Siento que vivo la eternidad todos los días. Creo que soy, somos, seres espirituales y vivimos con este cuerpo. No está una cosa separada de la otra. Después se pasará el tamiz y quedará otra cosa. Y hay algo para mí de lo más importante: se acabó el mundo de las certezas. Cuando se te cae el mundo de las certezas, entrás en el mundo del misterio y todo es posible.
¿Y eso qué te dio?
¡Una tranquilidad que ni te cuento!

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