Darse cuenta
Telas y espejos se conjugan en el Palais de Glase para quebrar la percepción en múltiples miradas o, mejor dicho, en las Miradas Núbicas de Mireya Baglietto.
Por Luz Marchio nota issuu 

Miradas núbicas no es una muestra que puede ser recorrida; se trata de perderse en los propios caminos. Espejo en mano, ganas de descubrir y ser descubierto son las claves para vivir esta experiencia. Quien visita el espacio no es meramente espectador sino co-creador. El espejo no es un detalle menor, es el elemento que devuelve a cada visitante ese niño guardado, dispuesto a olvidar los parámetros del tiempo y el espacio, a crear realidades en espiral. Con el espejo, el cielo se transforma en tierra y los movimientos pulsantes en caleidoscopios.
Convencida de que la sensibilidad es un sistema de conocimiento y que en las capacidades propias de cada ser humano se activan perspectivas holísticas, la artista propone un modo de conocer no desde la inteligibilidad, sino desde la sensibilidad. Las obras núbicas que Mireya Baglietto realiza desde hace 32 años tienen un neto corte social. Se trata de un arte de vínculos y no de objetos, que no se consume, se develo. En este sentido, se acerca a los propósitos de Lygia Clark y Helio Oiticica, porque destaca la sensorialidad, la participación y el espacio. La experiencia misma de cada individuo es la obra en sí. Sin la acción creadora de los participantes no hay obra, solo una propuesta arquitectónica. Miradas núbicas se distribuye en los 1000 metros cuadrados que ocupa la planta baja del Palais de Glace. Es una muestra netamente participativa y está organizada en tres sectores: Obras, Reflexión e Información. En el sector Obras, se encuentran varias versiones de las clásicas nubes y otras obras pulsantes que respiran y eleven. Ambas son exploradas por el público por medio de espejos que potencian y renuevan el tradicional rol de la mirada. En las nubes, el espejo se enfoca hacia arriba provocando sensaciones de ingravidez; en tanto en las obras pulsantes, el espejo enfoca los volúmenes para que el ojo multiplique, fragmente, construya y dinamice las formas. Ahora bien, como se mencionó anteriormente, se trata de descubrir y ser descubierto, por este motivo, existe un sector denominado Reflexión donde el público puede transcribir en un texto su experiencia reflexiva. De alguna manera, esta experiencia no solo hace estallar la percepción en múltiples dimensiones, sino que también propone un juego de autoexploración. Por último, el área llamada Información contiene un conjunto secuencial de paneles donde se muestra los fundamentos del arte núbico, el proceso creativo y un repertorio de obras realizadas entre 1981 y 2011. En ellos, los temas recurrentes están relacionados con percepción, protagonismo, oli sensorialidad, redescubrimiento de la realidad, mundo plano y apertura hacia otros campos dimensionales, el pensamiento científico y espiritualidad no dogmática. Darse cuenta no es simplemente percibir aquello circundante; quizá se algo un poco más complicado que eso y, claramente, más trabajoso para el individuo. Detenerse en un fragmento y hacer de eso una experiencia propia, irrepetible, necesariamente implica una apertura y, en consecuencia, una transformación. Existen infinitos caminos para explorar y ser explorados. Puede que sea tiempo de elegir alguno.

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